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la aristolochia baetica es bella

jueves, 13 de octubre de 2011

martes, 11 de octubre de 2011

Hyla y los geranios



¡Esta ranita de los árboles se nos apareció en un geranio!



Supimos que se trataba de una rana, y no de cualquier otro milagro, porque carecía de aura; y porque en ningún momento engoló la voz para anunciarnos que el mundo es un puro pecado y que para arreglarlo tenéis que poneros falda por debajo de los tobillos e ingresar donativos en tal cuenta de ahorros.


Tampoco se trataba de un augur, o de cualquiera de las formas en las que podría manifestarse un concejal de festejos, pues cuando subió a la mesa no se rebañó las miguitas ni pudo prometer, ni prometió.

Era una rana. Lo que se dice una buena persona.

Estuvo un par de minutos con nosotros, y antes de regresar a sus geranios, usó una silla a modo de mirador, momento éste captado por la cámara.



Otro de los lugares que eligió fue mi ebúrneo antebrazo, del cual ahorro fotografía por evitar desmayos, sembrar falsas expectativas y/o incitar a la trifulca y el escándalo público.
Después de recorrer otras partes de mi toda ebúrnea geografía, decidió tomarse un descanso en mi mano izquierda; justo entre la falange proximal del índice y su correspondiente metacarpiano. Aprovecho la ocasión para señalar lo contradictorio que es tener falanges en la mano izquierda. 



¿Estaba Hyla ofreciéndome una señal...?

En ningún momento la toqué, pero sí pude sentir su textura, fresca, como los limones del caribe.

¿Alguien sabe si hace fresco en El Caribe?.

Y no cuento más, que luego dicen por ahí que fabulo; y no es verdad. La verdad es que me limito a narrar, sin adorno ni cartón, sucedidos veros.

Así las cosas, y tenido por maginador -cuando no por majareta- no contaré sobre aquellas horas en las que un lagarto viene a beber a nuestra terraza, por ejemplo, o un águila se resguarda en sus sombras. No hablaré del cuervo que nos habla ni del murciélago que nos murcia, y apenas haré una referencia a la rana que me refiero: Hyla.



martes, 4 de octubre de 2011

poliuretano mon amour

Antes de escribir mon amour, así, en francés, me he asegurado de su correctas morfología y sintaxis consultando un vocabulario frances-español, y viceversa. La última vez que se me ocurrió escribir en francés al buen tuntún, cambié de sexo a un personaje, pasando éste de llamarse Francisco, a Francisca. Advertido del error por una querida amiga, -y en lugar de admitirlo-, justifiqué el mismo argumentando en cinco capítulos cinco la tontería.

Pero eso fue en otra vida; ya hace años; cuando ni usted ni yo pasábamos apuros para llegar a fin de mes y lo único que nos embargaba era la alegría... Que no quiero decir yo con esto que a usted o a mi nos hayan embargado nada; quite, quite. Pero nunca se sabe...


Hasta hace pocos años yo tampoco sabía, -por ejemplo y entre tantas ignorancias- distinguir entre una ooteca de Mantis y otra de Empusa. Una Empusa pennata, ya saben, es la dignidad que posa en mi mano, sobre estas letras. Es una hembra hermosa, y, probablemente, buscando un lugar donde dar rienda suelta a su ingeniería

La ingeniería de una Empusa es algo así como de poliuretano proyectado, para que nos entendamos. Sé que nos entenderemos porque durante lustros no se ha proyectado en éste país otra cosa que poliuretano, descuidando clásicos como el adobe, la paja, la froga, Una noche en la ópera.... Todo quisque se ha olvidado de los Marx, y para aceptar sin protestar los ladrillos proyectados por esos mercados de dios...


Aquí dos imágenes de la ooteca. Fresca;  recién proyectada por Empusa pennata, con el carácterístico rabito que la distingue de la puesta de otros mántidos. Entre otras distinciones que se me hacen muy evidentes, como la sección triangular de la puesta, por ejemplo, o la clausura de cada compartimento. 

Disfruten, si quieren, de la visión del poliuretano minutos antes de fraguar, y al contacto con el aire.


Un mes después, y sin proponérmelo, me encontré de nuevo con la misma ooteca. Curioso observar como lo que fueron capullos son ahora flores. Pero eso solo ocurre en floresta, porque en animalia, el que es capullo, muere capullo; o es candidato a las elecciones generales, en particular...

La ooteca, un mes después, seca.


Me divertí con esta proyección inesperada. las mejores películas son aquellas de las que nunca te han hablado; aquellas que ves por casualidad y sin estar influido por opinión alguna.

Veintiocho días después, y a pocos metros de esta ooteca, me encontré con uno de sus pequeños habitantes, -...Ah, poliuretano, mon amour!-.

Es, quizás, la Empusa más pequeña jamás proyectada. Una ingeniería del tamaño de una uña y la voracidad de un tiburón. Una voracidad, dicho sea de peso, nunca comparable a las ansias de un proyeccionista sin escrúpulos ni cinefilia alguna.


PD: Ustedes sabrán disculpar mis desenfoques. Estoy perdiendo vista.

Dedico esta entrada a Andrés...

;-)